Pensando en este asunto, viene a mi mente el consejo del apóstol: «Sométanlo todo a prueba» l Tesa. 5:21. Si sometemos a prueba el alimento físico que llevamos a la mesa antes de comprarlo, ¿no debemos hacer lo mismo con el alimento para el espíritu y el intelecto? Someter a prueba todo aquello que entra a la casa y a la mente, a veces imperceptiblemente, nos librará de culpas, de hábitos que corrompen y de filosofías que opacan nuestra visión de la eternidad.
Así como haces con los alimentos, somete a prueba lo que entra a tu casa a través de la pantalla, la música y las ideas aparentemente «Innovadoras» que cautivan los sentidos apartándote de la serena conexión con el Eterno. Son tiempos para estar alerta.
La vida es, a veces, como un mercado: vende ideas, filosofías, conceptos y estilos de conducta que pueden corromper el templo del Espíritu Santo, que somos nosotros. La amonestación del Señor es: «Examinaos a vosotros mismos, para ver si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos?». 2 Cor. 13: 5, RV95.
Si después de leer esta reflexión te dispones a salir al mercado a buscar alimentos para tu familia, disfruta de los colores, aromas y sabores, y alaba a Dios por su generosidad al permitirnos hacer del comer un deleite. Cuando salgas al «mercado» de la vida, aplica la misma fórmula: examina, prueba y elige; para que elijas bien. No todo lo que parece bueno, lo es; pon a prueba lo que escuchas, lo que ves, lo que lees, lo que tocas… De ello depende tu bienestar y el de las personas que están en tu círculo de acción. En esta tarea no estás sola; Dios está contigo.
#MatinalDeDamas
0 comentarios:
Publicar un comentario