Desde un punto de vista espiritual, podríamos decir que la seguridad de la salvación ocupa un lugar primordial en el crecimiento de todo cristiano. Con el fin de dar seguridad a sus amados, las Escrituras describen el inmenso amor de Cristo al dar su vida por el pecador. El amor incomparable de Cristo, revelado en su vida y en su muerte, es lo que asegura la salvación a todo aquel que cree. Jesús, el buen Pastor, que da su vida por las ovejas dio: «Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano» Juan 1O: 28).
No obstante, «nunca debemos descansar satisfechos de nuestra condición y cesar de progresar diciendo: «Estoy salvado». Cuando se fomenta esta idea, cesan de existir los motivos para velar, para orar, para realizar fervientes esfuerzos a fin de avanzar hacia logros más elevados. Ninguna lengua santificada pronunciará esas palabras hasta que venga Cristo y entremos por las puertas de la ciudad de Dios. Entonces, con plena razón, podremos dar gloria a Dios y al Cordero por la liberación eterna. Mientras el hombre esté lleno de debilidades —pues por sí mismo no puede salvar su alma—, nunca debería atreverse a decir: «Soy salvo » (Mensajes selectos, t. l, p. 369). Nuestra única seguridad está en desconfiar constantemente de nosotros mismos y confiar en Cristo.
Porque un crecimiento saludable solo es posible en la medida que existe seguridad, te animamos a buscar la seguridad de la salvación en la persona de Cristo.
En este día, recuerda que «no es lo que hacemos, sino con quién estamos, lo que hace la diferencia».
#MatinalDeAdultos
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